sábado, 4 de enero de 2014

Micaela en terapia anal

La vieja acompañaba a su bella, coloradita y tetona hija Micaela al consultorio del especialista; la jovencita de muy mala gana había accedido a ir. El psicólogo abrió la puerta de su consultorio, recibió a la señora y a la chica. La vieja se quedó en la sala de espera y Mica y su tratante, pasaron al consultorio de los saludos de cortesía.
Micaela estaba con un vestido negro que más hacía resaltar su piel lechosa, con su pelo recogido; claramente había estado llorando en esos días. Así se sentó en el sofá frente a su psicólogo luego de ver por la ventana del consultorio el lindo paisaje hacia afuera.
Se miraron, el tipo esbozó una sonrisa amigable y quedáronse un momento en silencio, hasta que él dijo "¿Qué pasa Micaela?".
"No sé, estoy triste y cansada..." dijo Mica mientras miraba la ventana a la derecha de ellos y mientras el licenciado notaba por vez primera que debajo del vestidito de la paciente, no traía bombacha, y enseñaba una depilada y hermosa vagina. Un poco incómodo el tipo dijo "¿Cómo te llevás con tus padres, Mica?", ella respondió esa y otras preguntas estúpidas, contó que estaba todo bien, pero que algo le faltaba.
"Mire doctor, yo estoy triste porque mi novio ya no me quiere hacer más la cola, ni lamer el ojete, y yo no quiero coger, porque mi religión me lo impide" dijo, y en este punto, conmovida, un par de lágrimas cayeron por su mejilla rosadita. Impactado y algo descolocado ante tal declaración, y con la verga aún más dura de lo que estaba, su doctor le preguntó por su infancia y de aquella religión de la que le hablaba...
Ofuscada y bufando, Mica se dió vuelta en el sillón y, levantándo su vestido, le enseñó al doctor su cola y el consolador que ahí tenía metido, y dijo: "necesito pija y leche por la cola, doctor: ¡ESO!", y al terminar esa conmovedora declaración, se bombeó el ojete con su grueso consolador anal, enseñándole así al licenciado su pesar y necesidades.
Enormemente impactado el doctor se puso de pie e intentando tratar de controlar a su paciente, le quito el consolador del orto, lo puso sobre el escritorio, le introdujo dos dedos en el ojete y le dijo: "Micaela, tenés que comportarte!". Mica, por primera vez sonriente, le tomó la verga dura debajo del pantalón a su psicólogo.
"Me haría bien si me rompe el culo, doctor" dijo Mica con carita tierna mientras le bajaba el cierre, sin dejar de mirarlo a los ojos a su psicólogo, desabrochó el cinto, al tiempo que él le dedeaba con más intensidad el orto a la nena paciente. Enseguida ella al fin pudo tener verga gruesa y dura en su boca.
El psicólogo ya dedicado completamente a esta nueva tarea terapéutica, le tomó la cabeza a su paciente y le cogió con fuerza la boca. Al instante la jovencita se acostó en el escritorio, alzó sus piernas y ensalivando sus dedos, mojo aún más su ojete y pidió, educadamente, por favor que se la culeén.
 Mica feliz con su terapia
Mica aprendiendo por la cola en su terapia
Notando el psicólogo que la sesión se estaba saliendo de horario, no dudó en enterrar rápidamente su verga en ese orto apretadito y juvenil mientras ella desnudaba sus tetas, al tiempo que las masajeaba y que gemía bajito, mientras delicadamente se acariciaba la concha virginal.
Sacó el licenciado su verga tiesa de ese orto bien hecho y dilatado, miró ese espectáculo y luego la sonriente  carita de su paciente; y así, caliente y feliz por ese exitoso tratamiento siguió culeándosela duro, a su paciente
De repente si, invitó cordialmente a su paciente que se arrodille en la alfombra, "chupame la pija, pendeja puta, saboreá tu orto en mi verga" dijo el doctor. Y ella, feliz, accedió a tan dulce pedido, y mamó, y saboreó, y lamió toda la verga hasta que una abundante eyaculación le llenó la boca, y ella tragó feliz todo. Y dejando limpita la verga con lamidas y chupones, se puso de pie, se guardó en su orto caliente y dilatado el consolador sobre el escritorio, esperó sonriente a su psicólogo para salir de la sesión.
"Nos vemos el próximo martes, Micaela" le dijo al tiempo que le abría la puerta a una feliz Micaela; el terapeuta acercándose a la vieja le contó que habían progresado mucho en los conflictos de Mica, y esto tranquilizó a la vieja.
Micaela tendría terapia psicológica y anal todos los martes, y así aprendería y enfrentaría sus conflictos adolescentes, y sus ansias de verga y semen.

¿Micaela estuvo en el encuentro de dios con 1.003 pendejas? Todo parece indicar que sí: alabada sea!!!


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