jueves, 20 de febrero de 2014

Marina y su comunión anal [extremo - sin censura]

Marina era la más linda del grupo, todos lo sabían, sus incipientes tetas y su ya magnífico culo destacaban en todas esas estúpidas a punto de tomar la primera comunión. Mientras avanzaba la ceremonia y las pendejitas emocionadas se acercaban a dar el bocado de ese manjar sagrado del pancito de dios, el cura Nicolás sabiamente la observaba particularmente a ella, conmovido y feliz por encauzar a esas jovencitas por el camino del amor y la fé. Y a Mariana además, para encauzarla en el camino del amor a la verga y el culeo duro.
Y así Nicolás tenía una dura erección bajo la sotana frente a todas esas niñas de 12 o 13 años y fue dándole el pancito a cada una de esas nenas abriendo su boca frente a él y entregándole la lenguita para que las alimente. La última de las jovencitas iba a ser Marina, y para ella iba a tener una hostia pancito especial, embebida en leche de verga que él le había producido (semen sacro), y así se lo depositó en la boquita para que ella lo trague sin chistar, frente a todos en la iglesia, frente a la familia de Marina y toda la congregación. Y Marina tragó sonriente, y Nicolás tuvo una abundante eyaculación con la verga enorme gruesa y tiesa en su ropa interior bajo la sotana. Trastabilló Nicolás y tuvo que tomar asiento. Enseguida se puso de pie y eyaculó la última de las cargas de semen en su calzoncillo mientras veía a Marina irse feliz a abrazar a sus padres.
Al finalizar la ceremonia cada una de las niñás saludó al padre Nicolás y cuando Marina lo hizo, sonriente y feliz dándole un beso y un abrazo a su sabio padre en la fé, fue que Nicolás le dijo susurrándole al oído con la una fraternal sonrisa en su rostro:
— Vení mañana a las 5, Marina…
Marina no entendió muy bien a qué venía eso, sonrió y lo quedó mirando confundida, pero supo acordarse de esas palabras en toda esa noche de festejos y charlas con amigas y familia, mientras saboreaba en su boca ese gustito extraño del que Nicolás la había alimentado. El amor de dios, el amor de la leche de pija de dios.
Al día siguiente Marina fue caminando con su vestidito de verano, sonriente y vivaz hasta la iglesia del padre Nicolás. Él la recibió alegre y la invitó a pasar, cruzaron la iglesia vacía y hablaron tonterías inocentes mientras llegaron a la piecita detrás del altar…
— ¿Para que me invitó padre Nico? — dijo Marina mientras tomaba asiento en la mesa tantas veces compartida con las otras chicas de la congregación.
— Quería proponerte algo Marinita, quiero cuidarte y enseñarte más cosas ¿sabés? Servite galletitas mientras busco unos papeles en la oficina — dijo Nicolás antes de salir de la sala.
Marina se quedó en comiendo una sabrosa galleta, y de repente descubrió un sobre sobre la mesa, lo tomó y lo volvió a dejar sobre la mesa. Notando que padre Nico no volvía y que el sobre estaba abierto, lo abrió y estudió su contenido.
Allí habían fotos de conocidas chicas de años superiores en la escuela y otras jovencitas, sonrientes y felices. Pero luego siguiendo la serie descubrió algo más, esas chicas estaban extrañas, con sus ojos y labios brillantes, con sus ojos lacrimosos aunque sonrientes, con sus caritas manchadas de chorritos de ¿... leche?. La cuarta de las imágenes era aún más perturbadora y ahí una gruesa verga llenaba la boquita de aquella renombrada alumna ya egresada… y la siguiente foto, no una, sino dos pijas tiesas e hinchadas cruzaban la carita de una jovencita sonriente que no conocía, y esas vergas le llenaban de leche la boca…
Con su corazón latiendo al máximo, nerviosa y confundida, Marina encontró una foto rarísima de una jovencita sonriente con la cola llena de la pene duro e hinchado y venoso de un señor que.. ¡era el padre Laura, su vecina! y mientras ese hombre le rellenaba la cola de grueso pene, otros hombres que eran el cocinero, el jardinero y varios padres de unas de sus amigas, se pajeaban alrededor y uno de ellos, le daba pija por la boca. 
Marina escuchó que el cura padre Nicolás volvía y guardó las fotos al instante, nerviosa e inquieta, sonrojada. 
— Perdón la tardanza, mi nena ¿están ricas las gelletas? — dijo un padre Nicolás acompañado por el jardinero y el cocinero.
— N.. no hay problema, padre… ho.. hola señor Martínez —
— Hola Marina, dijo el cocinero tomando asiento junto a la puerta mientras el cura padre se acercaba a Marina.
El cura Nico se sentó junto a Marina y mirando los ojitos de la niña le preguntó porqué estaba nerviosa, que no tenga miedo con él, que él la cuidaría, que sólo quería enseñarle algo lindo. Marina le sonrió tibiamente mientras olía el rico perfume de su cura padre Nico, el correspondió y delicadamente le acaricio la mejilla sonrojada al tiempo que hacía lo mismo con la concha virginal debajo del vestido de la nena mientras la miraba a los ojos y le hacía chistes tontos.
— ¿Viste que se siente rico? — dijo con voz suave el hombre.
— Sí, Nico.. basta, es lindo, pero… está mal, tengo miedo y esos hombres... — dijo con voz temblorosa Marina a punto de llorar.
— Jajaja, no está mal, ya viste las fotos, todas las chicas que elijo lo hacen: es amor… — dijo el cura Nico mientras tomaba suavemente ahroa con ambas manos la carita de Marina. Se puso de pie, ella también y él la abrazó dulcemente susurrándole al oído palabras de cristiano amor y felicidad, al mismo tiempo le bajaba la bombacha debajo del vestido hasta que ya había caído al suelo. En ese momento y con sus dedos rozando un ojete apretadito y rosado, le dijo una vez más y con la voz y la mirada más dulce posible, que no tenga miedo. 
Marina dejó un poco de temer y viendo a los ojos a su padre, sonrió tranquilizada. Luego él la beso en los labios muy suavecito mientras se desnudaba la pija ya dura y completamente erecta y ya fuera de su sotana.
— Arriodillate Mari, como cuando rezás a diosito…
Ella accedió con el corazón latiéndole muy fuerte y su ojete muy apretadito mientras lo miraba a los ojos a su cura padre dulce y gentil, pero inevitablemente también a esa temible y gruesa pija frente a ella.
— Lamela y verás que es rica y te tranquiliza, nena de dios… ¡es amor a dios y tu cura padre!
Marina tímidamente acerco sus labios a la pija, la beso y lentamente mientras miraba tiernamente a los ojos de su maestro, la fue lamiendo mientras se endurecía cada vez más ese pedazo de carne venoso.
— Lo hacés muy bien Marina, ¿ves como late y se endurece? Es porque lo hacés bien y sos muy fiel a la verga de tu cura padre amo y salvador. Ahora abrí grande la boca y metetela — le dijo a una obediente y ya caliente Marina mientras le desabrochaba el vestido para que se vean esas magníficas tetas de nena, y mientras la tomaba del pelo.
Los otros tres hombres se fueron acercando silenciosamente y se pajeaban entre risas y alabanzas a ese acto de amor, de amor de puta virgen.



De repente, el cura padre Nico se estaba cogiendo con fuerza a la nena mientras la alentaba con cuentitos de la biblia y festejos por lo valiene y mejor alumna que era; tanto se la cogió por la boca que hizo lagrimear un poquito a una entregada Marina. Pero tuvo piedad y saco su pija dura como piedra de la boquita de Marina y luego de besarte la frente le preguntó cómo estaba, si amaba lo suficiente a dios para seguir demostrándole su amor tragando vergas como la virgen María (virgen por la concha) y todas hicieron por él.
Ella no dijo nada, pero al instante y sin dudar se abalanzó obediente y feliz en ese papel de puta sagrada, a chupar esa gruesa y tiesa pija que su cura padre le regalaba, al tiempo que Nico la tomaba de vuelta del pelo y le daba pija, duro e intesamente por boquita y garganta, tanto así que no pasó mucho hasta que le llenase de semen la garganta a la jovencita; y ella supo tragar obnubilada recordando que ese era el misterioso sabor de aquel pancito santo de la noche anterior.
El padre Nico le exiguió que le extruje y lama su pija hasta dejarla limpita de leche de dios. Y ella obedeció entusiasmada feliz, aplicada y prolija, ya saboreando ese sabor nuevo tan rico y extraño. Luego de terminar esa operación, el padre Nicolás le tomó la mano a esa bella nena puta y la llevó arriba de la mesa y la hizo ponerse en cuatro ya desnuda. El padre Nicolás mientras se reestablecía invitó a sus camaradas a que le lubriquen y dilaten el ojete a esa nena virgen… y le dijo a una Marina en cuatro que lo miraba con cara de nuevo preocupada, y con culo entregado y paradito
— Te van a preparar la cola para el amor inmaculado, Marina, no tengas miedo, yo te cuido y la verga te hará la colita como a María el ángel gabriel se lo hizo — y le sonrío mirándola a los ojitos mientras Esteban, el cocinero, aceitaba sus dedos y luego los gluteos de la nena, para finalmente trabajar esa diminuta estrellita anal, haciendo que el aceite entre en esa ojete por saturación, para luego meterle un dedo muy suavemente propiciando la dilatación.
Y Marina gozaba que su curita padre la mire con tanto amor, gozaba siendo la puta dócil de esos hombres en verdad, y ser tan importante para ellos…
— Jaja, tiene un ojete muy apretadito y rosado — dijo Esteban al jardinero Pablo que a su vez masajeaba las tetas de esa pendeja puta mientras se pajeaba..
— Sí, es toda una puta deliciosa… no veo la hora de romperle el culo.
Y aquí fue cuando Marina miró preocupada a Nicolás..
— soy.. soy virgen Nico, no pueden hacerme el amor porque.. ¡es pecado!
— Mi nena, no te harán el amor por la concha, ¡ya que eso es pecado!, te harán el amor por la cola porque dios así les enseñó a las jovencitas que disfruten: ¡el amor anal y bendito!
Marina sigió con carita preocupada pero la mirada de su cura padre pajeándose frente a ella la tranquilizaba mientras ya tres dedos de el jardinero dificultosamente le rellenaban su ojete rosadito, calentito y apretado, para su deleite oculto…
De repente Esteban puso música de misa, y se dirigió de vuelta a la mesa a la que subió y ocupó el lugar del otro en lo que a dedeo anal respectaba. 
— Tenés que calmarte nena, relajá la cola y gozá que te rompan el orto como nena de dios —
Y así lentamente fue invadiendo con su vergota el culo de esa nena en cuatro sobre la mesa, lentamente mientras Marina quejosamente gemía y fruncía su ceño…
— Relajate, putita, ya tenés toda la pija adentro, ahora te voy a bombear y no te dolerá más después de un ratito…
— Hágalo despacito señor — retrucó bajito Marina por primera vez mirando a su culeador por sobre su hombro, pero él no escucho por la música en la sala y sus ganas de darle pija una y otra vez. Y así lo hizo, duro y constante se la culeo con gran disfrute y pasión. La verga entraba por un ano rosadito y castigado que de a poco se iba a amoldando a la verga y se dilataba receptivamente, Marina de a poco iba disfrutando cada embestida de verga y de repente dijo con voz bajita pero que todos supieron escuchar…
— Más duro por la cola, señor…
Y todos la festjaron sonrientes y alegres, tenían a su puta recibida:
— Jajaj, sí, puta de mierda, te voy a romper el culo y a llenar el ojete de leche..! Aleluya!
— Bien, Mari, estás aprendiendo mucho putita de dios, alabado sea dios, alabado seas tú, puta colita hambrienta!!!
— Qué flor de puta vas a ser nena hermosa…
Y un momento después Esteban estaba llenándole a esa nena el ojete de leche de verga, chorros pesados de semen llenaron su recto y ella no pudo creer ese milagro de amor y hasta dijo gracias…
Fue entonces el turno de Pablo que con urgencia procedió a culeárse a esa nena sobre la mesa y que con sus dos manitos abría sus gluteos invitándolo a que se la culée.. “dele señor, Pablo, deme pija, enseñeme”. Y así fue, un nuevo culeo procedió, intenso, duro y dilatante (aún más, porque la verga de Pablo era aún más gruesa). Pablo oró mientras le rompía el ojete a esa niña y Marina lo acompañó entre gemidos de puta, Pablo finalmente una vez más rellenó primero de repetidos bombeos bien profundo esa colita, y luego de esperma en abundancia a la dulce voz de amor siguiente:
— Ahí tenés puta, mucha leche en tu ojete, para que aprendas!
Y ella agradeció conmovida mientras lagrimeaba y miraba a su cura padre que la miraba severamente mientras se pajeaba frente a ella, abajo de la mesa en la que ella estaba…
Y Nicolás habló:
— Cagá el semen en el platito de las galletas, Marina…
Marina no entendió bien y se quedó mirando a su cura padre…
Yéste insistió:
 — Entendiste bien, estúpida, cagá el semen que te rellenó el orto, en el platito…
Y Marina accedió muy confundida, poniéndose en cuclillas sobre la mesa y el platito, y mientras miraba a su cura padre con cara de enfadado mientras se pajeaba severamente, cagó sobre las galletitas chorros gruesos de leche caliente que hace instantes le habían regalado.
Y Nicolás le ordenó que estudie el platito y que vea si había algo raro.. y sí: estaba sucia la leche. Marina se sonrojó y se arrodilló sobre la mesa tapándose la carita.
Nicolás se acercó y tomó una de las galletas bañadas en semen y se la dió de comer en la boca a Marina:
— Tragá, puta…
Y ella accedió avergonzada, pero comprobó que la galleta estaba aún más rica así, y vió como su cura padre le sonreía dulcemente ahora. 
— Hiciste todo bien mi nena amor, debemos bendecir tu ojete y lavarlo de las malas influencias sí — dijo Nicolás sin dejar de pajearse al tiempo que se subía a la mesa y de pie se dispusso a coger la boca de Marina sin mayor aviso, con mucha fuerza y amor la hizo vomitar sobre su verga, la hizo llorar y finalmente en una boquita completamente abierta, le acabó gruesas cargas de semen espeso y caliente que llenaron la boca de Marina, que tragó con hambre y deseo, y ella agradecida limpió a lenguetazos la pija y tragó hasta la última de las gotas que chupó de la verga aún tiesa.
Arrodillada, mirando con mucho amor a su cura padre dueño, dijo gracias papi, y le sonrió enchastrada como estaba. Quiero que me bautizen mi cola, Nico y chicos, no quiero estar más sucia!!!
Haremos el trabajo Mari, dijo el padre Nico ayudando a bajarse de la mesa a la nena, mientras le dedeaba el castigado ojete. Queremos que vengas el lunes que viene ¿cumplirás tu deber?, agregó.
— Sí, creo que puedo… — dijo insegura Mari al tiempo que el padre Nico le daba una bofetada en esa carita sonriente.
— ¿Creés? ¿¿Esa es dedicación que le darás a tu dios?? Creo que ni merecés que te bendigamos el orto, mirá..
— No, no padre cura mío… vendré y seré muy aplicada en mis deberes, le juro señores — dijo preocupado mirando a cada uno de los hombres riéndose en la habitación.
Nico sonrió suficiente, y dándole un beso en la frente a su Marina le ordenó que se vistiese, tiró las galletitas cagadas en semen a la basura y fue a buscar otro plato de galletas en la cocinita y un paquete de diversos regalos para la nueva mascota de la iglesia. 
Cuando Marina estuvo completamente preparada Nico le mostró los numerosos obsequios que les tenía preparado por ser una muy buena y fiel creyente putita. Y así le mostró un gran crucifijo cuya parte inferior no era otra cosa que un grueso consolador anal de plástico con forma de verga negra y bien cabezona. Luego un pote de dilatante e higienizante lubricante anal. Y para finalizar, el cura padre Nicolás le tenía preparado una dulce sorpresa:
— Pablo y Esteban te regalarán un bandeja de galletas encremadas para que compartas con tu madre y tu hermana, pero has de darles una última mamada a sus vergas— dijo Nico a una atenta Marina.
— Bueno señor padre mío — y Marina fue alegre a arrodillarse ante las vergas a chuparlas diligentemente saboreándolas profundamente, lamiendolas desesperádamente ansiosa por chupar una y otra sin desperdeciar ni un poquito de esos manjares…
Y así los hombres le pidieron que no siga y acabaron su semen caliente y abundante en las galletas que ella debía llevar para compartir en familia.
Maravillada y mojada Marina observó hambrienta el espectáculo… Los hombres envolvieron la galletas encremadas y se la regalaron sonrientes a la puta niña.
Y Marina fue con la bandejita hasta donde Nicolás que justamente rezaba el rosario. Y Marina guardó su grueso consolador crucifijo en la mochila, sus galletas…
— Tengo algo más Mari —dijo Nico, y ordenándole que chupe y ensalive el juguetito le levantó el vestidito, le corrió la bombacha y sacando el plugger anal rosadito de la boca, se lo metió el ojete para luego acomodarle la bombacha explicándole— ese juguetito lo usarás todos los días para educar la colita.
— Gracias cura padre Nico, fue re bueno explicándome todas estas cosas y darme amor —dijo al momento en que le daba un beso en la mejilla a su maestro.
— Bueno puta santa, vuelve a tu casa ahora, no te olvides de convidarles de tus galletas a tu mami y hermana… ellas entenderán, jaja…
Y así luego de despedidas dulces y llenas de amor, Marina volvió a casa con el culo roto y la pancita llena de semen, hecha toda una señorita en las enseñanzas del señor. 

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